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Los celos

“líbrame, oh Señor, de los celos; es el monstruo de ojo verde que se burla de la carne que la alimenta” (Otelo)

celos pareja

 

“Me encontré escondida siguiendo con la vista cada uno de los movimientos que se traslucían a través de la ventana. Sabía que mi novio estaba allí y esa certeza me provocaba un dolor insoportable. Era una noche oscura y hacia frío. Pero no podía alejarme de allí, estaba hipnotizada, con la vista fija en la ventana. Nunca en mi vida me sentí tan cerca de la locura”

“El celoso no lo es por un motivo: lo es porque lo es. Son los celos un monstruo engendrado y nacido de sí mismo».

Los celos pueden ser una reacción natural ante la posible pérdida de nuestra pareja, pero lo que determinara que los celos sean patológicos o normales serán su intensidad, la reacción que provoquen y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.

Los celos patológicos no son de ninguna manera una muestra de amor profundo. Son, en realidad, la expresión de una idea patológica en la que se confunde amor con posesión.
En la medida en que los celos se alejan más del control del sujeto, en que no pueda hacer nada para evitarlos, en que haya comenzado a manifestar distintos comportamientos dirigidos a comprobar la veracidad de sus pensamientos, en que se mantengan sus ideas de infidelidad a pesar de que no haya prueba y estos interfiera negativamente en el desarrollo de sus actividades cotidianas estamos ante un problema de celos patológicos

La conducta del celoso patológico se caracteriza por dos aspectos básicos.

1. Pensamientos o sentimientos relacionados con la posible infidelidad de la pareja. firme convencimiento de que el otro miembro de la pareja lleva una doble vida con otra persona. Estos pensamientos se disparan como consecuencia de una serie de estímulos que, en si mismos, no demuestran la existencia real de la infidelidad (llegar tarde a casa, o mostrar interés por otra persona)

2. Como consecuencias de todo ello, surgen una serie de comportamientos, de auténticos rituales, que van dirigidos a comprobar la veracidad de las sospechas del celoso: revisarle la ropa de la pareja, seguirle para averiguar con quien esta, llamarle constantemente al trabajo, interrogarla, controlarle su correo electrónico, etc.

Al no poder controlar estos sentimientos, la persona se vuelve cada vez más insegura e hipervigilante, originando “escenas de celos”, cada vez más frecuentes y  empieza  a controlar la libertad y movimiento de su pareja y la relación comienza a deteriorarse.

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