
Los rasgos de personalidad son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales. El conocimiento de la personalidad permite prever como se reaccionará antes determinadas circunstancias y proporciona un mayor control sobre la propia vida.
La personalidad tiene dos tipos de componentes diferentes relacionados entre sí: temperamento y carácter. Los factores que conforman el temperamento son consecuencia de peculiaridades biológicas del individuo (la mayor parte impresas genéticamente) y los que conforman el carácter son consecuencias de las experiencias acontecidas a lo largo de la vida de la persona.
Los rasgos de personalidad sólo constituyen trastornos de la personalidad cuando son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo importante que le impide adaptarse a distintas vivencias y situaciones normales. La persona con un trastorno de personalidad, habitualmente reacciona ante las situaciones de forma que le originan mas problemas por ejemplo siempre sufre decepciones en las relaciones personales, o tiene dificultades laborales y sociales
Algunos trastornos de la personalidad como los trastornos: antisocial y límite de la personalidad, tienden a atenuarse o a remitir con la edad, mientras que en otros como en los trastornos obsesivo-compulsivo y esquizotípico de la personalidad no parece ser el caso.